El Exorcista

El ardiente sol hacía brotar gotas de sudor de la frente del viejo, pese a lo cual, éste cubrió con sus manos la taza de té humeante y dulce, como si quisiera calentárselas. No podía desprenderse de la premonición. La llevaba adherida a sus espaldas como frías hojas húmedas.

Clavó la vista en el polvo. Sombras con vida. Oyó opacos ladridos de jaurías salvajes que merodeaban por las afueras de la ciudad. La órbita del sol comenzaba a caer detrás del borde del mundo. Se bajó las mangas de la camisa y se abrochó los puños: se había levantado una brisa helada. Venía del Sudoeste.

Partió presuroso hacia Mosul a tomar el tren, con el corazón encogido por la escalofriante convicción de que pronto se enfrentaría con un viejo enemigo.

El exorcista
William Peter Blatty

Aunque ya han pasado unas semanas desde 🎃 Halloween, fecha en la que por petición cultural y popular se está evolucionando el día de Samhain (la fiesta celta que dio origen a nuestro Halloween) a un día para pasar terror, quisiera poner la excusa perfecta para hablar de una novela muy recomendable con comienzos difíciles y una posterior adaptación al cine que 50 años después todavía está considerada como una de las mejores cintas de terror.

William Peter Blatty (Nueva York, 1928 – Maryland, 2017) fue un escritor y director de cine estadounidense, conocido por ser el autor de la novela de El Exorcista, y posteriormente, guionista de la película homónima. Ganador de un Óscar al mejor guion adaptado en 1973.

Comenzó a escribir El Exorcista en la década de 1950 tras leer, años antes, sobre un caso real de posesión satánica de un joven de 14 años en Maryland. El autor quedó tan impresionado por el fenómeno paranormal que investigó todo lo relacionado sobre este.

Pero, ¿quién fue el chico que inspiró los acontecimientos narrados en El Exorcista? Su nombre fue protegido bajo el pseudónimo de Roland Doe, escondiendo a un niño de 14 años de Maryland, donde residía con sus padres. Los compañeros de escuela de Roland Doe lo describían como un niño tranquilo y retraído, nada sociable ni popular, no le gustaban los deportes, prefería el estudio en las aulas y la compañía de su tía Harriet, fanática del espiritismo.

Este detalle hizo que en algún momento, su tía Harriet le regalase un tablero de Ouija, con el que Roland practicaría en alguna ocasión a modo de juego; pero a raíz de la muerte de su tía en 1949 comenzaron a sufrir extraños acontecimientos en la casa del menor: muebles moviéndose, objetos levitando y volando por la habitación, ruidos extraños, etc. Existe una teoría y es que Roland pudo utilizar la Ouija para contactar con su tía fallecida y trajo la presencia de algunos demonios.

Sus padres lo internaron durante varios días en el Hospital de la Universidad de Georgetown para examinarlo, donde los médicos lo dieron de alta con un certificado de buena salud. La familia buscó orientación con psicólogos y religiosos, así que contactaron con un pastor luterano de nombre Luther Miles Schulze que corroboró la actividad inusual que sufría el chico y les dijo a los padres que deberían consultar con un sacerdote católico que estuviera familiarizado con el exorcismo.

El primer intento de exorcismo fue llevado a cabo por Edward Hughes, de manera infructuosa puesto que el chico escapó e hirió al sacerdote. El segundo exorcismo fue llevado a cabo por Raymond J. Bishop en una habitación de hospital. Roland fue atado a la cama para evitar que pudiese herirse a sí mismo y a los demás, ya que presentaba fuertes ataques de ira y violencia. Durante el exorcismo, aparecieron palabras y expresiones escritas en su cuerpo, y comenzó a hablar en latín y pronunciando insultos con voz gutural. Los sacerdotes asistentes solicitaron ayuda a San Miguel y finalmente el chico salió del trance y simplemente dijo “Ya se ha ido”. La habitación del hospital se cerró para siempre y en 1978 el hospital se demolió.

Volviendo a la novela, fue publicada en 1972, pero no consiguió el éxito esperado hasta unos años después.

El Spanish Book Institute estableció que la traducción al castellano de El Exorcista, fue el octavo libro más vendido del año 1975 en nuestro país.

Para la adaptación de la novela a la película de 1973, William Peter Blatty pensó en Stanley Kubrik para dirigir la película y a éste le pareció buena idea, pero siempre que le dejasen hacer cambios en el guion y producirla él mismo; cosa que no permitió Blatty y empezó a sondear a otros directores hasta que finalmente encontró a William Friedkin.

El papel de Damien Karras (el jesuita que acompaña en el exorcismo) fue para Jason Miller, después de descartar a otros actores como Marlon Brando, Al Pacino, Jack Nicholson o Gene Hackman.

Durante una de las maratonianas sesiones de casting de El exorcistaWilliam Friedkin creía haber encontrado a la niña ideal para el papel de Regan: la chica tenía doce años, pero se había leído el libro y parecía muy espabilada. Y lo era, tanto que cuando el cineasta le preguntó si sabía lo que tendría que hacer en el rodaje, ella respondió: “Masturbarme con un crucifijo”Friedkin, apabullado, le preguntó si sabía de qué estaba hablando. “Pues claro que lo sé, de hacerme una paja”, contestó ella. “Pero, ¿tú haces esas cosas?”, prosiguió el director, a lo que la niña repuso “Yo sí, ¿y tú?”. Por supuesto, la joven actriz era Linda Blair, y gracias a esa conversación tan sórdida, el papel fue suyo.

La reputación de William Friedkin no era especialmente buena antes de El exorcista: como currante del medio televisivo, primero, y durante la producción de French Connection, después, el director se había ganado la fama de sujeto maniático con malas pulgas. Pero, en la película, la cosa llegó al paroxismo: algunos afirman haberle visto “rodando por el suelo y echando espumarajos por la boca” cuando algo no se hacía a su gusto, y sus trucos para mantener en tensión a los actores llegaban a extremos como irrumpir en el plató con una pistola y pegar tiros al aire, o mantener sonando constantemente la banda sonora de Psicosis a todo volumen durante las pausas de rodaje. El que peor llevó sus excesos fue William Peter Blatty: director y guionista comenzaron la película como buenos amigos, pero tras el estreno pasaron décadas sin hablarse, básicamente porque el primero le robó la novia al segundo. Por causa de tanto conflicto y extravagancia, un rodaje previsto para 86 días acabó durando más de siete meses.

Encabezado por un director al que todos apodaban “Willie el loco” y preso de una mala pata casi sobrenatural, no faltaron los rumores de que el rodaje de El exorcista estaba embrujado: las prórrogas a su calendario y los incrementos de un presupuesto que acabó alcanzando los 39 millones de euros (una cifra desorbitada para la época) suscitaron pronósticos de que la película acabaría arruinando a la productora Warner.

Sumando los accidentes sufridos por Ellen Burstyn y Linda Blair (que se hirió la cabeza rodando una escena), uno de los platós fue destruido casi por completo durante un incendio. La cosa llegó a tal punto que Friedkin pidió al sacerdote Thomas Berningham, el asesor religioso de la cinta, que realizara un auténtico exorcismo. El cura sentenció, con buena lógica, que el ritual romano sólo caldearía aún más los ánimos, pero William Friedkin logró persuadirle de que, por lo menos, bendijese al equipo.

El Exorcista recaudó 1.654 millones de euros, lo cual la convierte, aun hoy, en la película de terror clasificada “R” más taquillera de la historia del cine. La película se convirtió en la primera película de terror nominada al Óscar a la mejor película. En total, recibió once nominaciones, llevándose dos: Mejor guion adaptado para William Peter Blatty y mejor sonido.

Al llegar Él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión.

Legión
William Peter Blatty

En 1983 publicó Legión, la secuela a la novela de El Exorcista y que fue adaptada para la película El Exorcista III en 1990. Al igual que en El Exorcista, el argumento trata sobre posesión demoníaca.

El título de Legión fue inspirado por la Biblia, en el Evangelio de Lucas (8:30), describe a Jesús viajando en la tierra de Gedaris (Jordania), donde se encuentra con un hombre poseído por demonios.

Tanto la novela como la película, ignoran los acontecimientos de la película El Exorcista II: El Hereje (1977) en la que William Peter Blatty no quiso ni tuvo participación.

El argumento, mezcla de terror y thriller policíaco, se centra en la investigación del teniente Kinderman sobre una serie de asesinatos ocurridos hace tiempo pero cuyo autor nunca fue encontrado.

Las investigaciones del teniente Kinderman lo llevan a un asilo mental donde hay varios sospechosos, entre ellos un psiquiatra y un paciente y donde comenzará a encontrar algunos vínculos entre las víctimas y los acontecimientos de la primera novela de El Exorcista.

La película no tuvo el éxito de la primera y aunque hubo películas posteriores basadas en la historia original, ninguna tuvo éxito, por lo que toda la saga de El Exorcista se vio envuelta en un fracaso absoluto. Ni siquiera la precuela estrenada este año ha conseguido devolver el prestigio que consiguió la original.

La música de El Exorcista

La música de El Exorcista es igualmente reconocible e inolvidable, aunque también tiene un poco de historia y curiosidad. En la mayoría de ocasiones, película y banda sonora van de la mano en completa armonía, pero con un director como William Friedkin no iba a ser tan fácil.

En primer lugar, se pensó en Bernard Hermann, compositor de muchas películas de Hitchcock y Ciudadano Kane. Existen muchas historias de por qué finalmente no hizo la banda sonora, pero mi favorita es cuando William Friedkin le pidió que hiciera una banda sonora mejor que la de Ciudadano Kane y Bernard Hermann le respondió “Bueno, deberías hacer una película mejor que Ciudadano Kane”.

Entonces, William Friedkin pasó al plan B y contactó con el respetado compositor Lalo Schifrin. La historia (según la leyenda) es que recibieron la llamada de Lalo Schifrin para que Friedkin le contara brevemente lo que quería hacer, pero Lalo Schifrin estaba con una gran orquesta, utilizando disparos, ruidos, música de jazz, etc. y Friedkin cogió la cinta de la grabadora, salió a la calle con ella y la tiró gritando “Saquen esta **** de mi película”.

En estos momentos, Friedkin tenía una desesperada necesidad de encontrar una música tenebrosa, para su tenebrosa película, por lo que fue al archivo sonora de la productora Warner donde había una gran cantidad de discos y álbumes, donde su plan, consistía en sacar algo del montón, ponerlo, escucharlo durante dos segundos y quitarlo si no servía.

Por el azar, o no, allí estaba un disco llamado Tubular Bells, de un artista aún no muy conocido llamado Mike Oldfield. Friedkin escuchó el comienzo y dijo “’¡Este es! ¡Este Es!”. Sin embargo, a Mike Oldfield no le sentó nada bien que se utilizara su música en la película, pero Friedkin le contestó: «Lo siento, es como Romeo y Julieta, esas dos cosas están unidas.».

El resto es historia, Tubular Bells se convirtió en un éxito mundial que haría rico a Mike Oldfield y sería los cimientos de la compañía inglesa Virgin.

No creo que exista nadie en el mundo que no haya escuchado nunca esta introducción:

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