La creatividad según Gene Wilder

En una ocasión, Gene Wilder participó en una mesa redonda en la que el tema principal era la creatividad. A él le tocó primero responder cuestiones como: ¿Qué pensaba él que era la creatividad?

Entonces, Gene Wilder dijo que por qué tenía que ser él el primero en responder, y la moderadora de la mesa, le dijo que bueno, alguien tenía que ser el primero, a lo que Gene Wilder respondió:

Bueno, yo no odio ser el primero. Yo odio tener que definir según qué cosas. Te voy a contar lo que pienso de la creatividad: tenía ocho o nueve años y mi madre tuvo un ataque al corazón. Cuando el doctor volvió dijo: “nunca discutas con tu madre porque podrías matarla”. Lo siguiente que me dijo el doctor fue: “intenta hacer reír a tu madre”. Yo nunca había hecho reír a nadie, nunca había sido consciente, pero lo hice, y me di cuenta que había triunfado cuando ella se orinó en los pantalones. Exactamente ahí había triunfado.

Esa es la creatividad según Gene Wilder.

Jerome Silberman, más conocido como Gene Wilder (1933-2016), fue un actor y guionista estadounidense conocido por sus papeles en películas de Mel Brooks como Sillas de montar calientesLos productores y El jovencito Frankenstein.

El jovencito Frankenstein (1974) es una más que recomendable comedia para pasar un buen rato de cine en casa. Es una parodia del cine de terror clásico, como la novela Frankenstein de Mary Shelley y la película original Frankestein de 1930 convirtiéndose en la mejor declaración de amor a ambas.

Mel Brooks rodó la película en blanco y negro, una rareza para la década de los setenta, pero dándole un sello muy característico a la película. La película se encuentra en el puesto 28 de 50, de la lista de las mejores películas de todos los tiempos de Total Magazine; y en el número 56 de las 100 películas estadounidenses más divertidas del American Film Institute. En 2003 fue juzgada como «culturalmente significativa» por el National Film Preservation Board (Comité Nacional de Preservación de Películas) de Estados Unidos y elegida para su conservación en el National Film Registry de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

El Dr. Frederick Frankenstein (Gene Wilder), cuyo nombre completo es Doctor Baron Frederick von Frankenstein, es un respetado conferenciante en una universidad de medicina estadounidense y está -más o menos- felizmente comprometido con la fóbica Elisabeth (Madeline Kahn), la cual se muestra inaccesible a todo contacto físico antes de la boda. Frankenstein se exaspera cada vez que alguien menciona el tema de su abuelo, el famoso científico loco, hasta el punto de insistir en que su nombre sea pronunciado «Fronkonstin».

Tras una conferencia, un abogado se acerca al doctor para comunicarle que ha heredado la hacienda de su abuelo. Tras viajar a Transilvania, Frankenstein se encuentra con su nueva y atractiva auxiliar, Inga (Teri Garr), junto con los sirvientes de la casa: la enigmática ama de llaves Frau Blücher (Cloris Leachman) – que inspira terror a los caballos cada vez que se pronuncia su nombre, y que fue amante del difunto Barón – y el jorobado Igor (Marty Feldman). Los tres ayudan a Frederick a encontrar los diarios privados de su abuelo e, inspirado por ellos, Frankenstein finalmente acepta su herencia y decide continuar con el trabajo reviviendo el cuerpo de un criminal ejecutado (Peter Boyle).

Desafortunadamente, Igor se equivoca a la hora de robar un cerebro del depósito de cadáveres, por lo que en vez de usar el de un famoso científico, al monstruo le es colocado uno anormal. Este error se revela cuando el monstruo se escapa del castillo armando un gran alboroto. Mientras vaga por el campo, el monstruo tiene sendos encuentros con una niña y un hombre ciego (Gene Hackman) que parodian directamente escenas de las películas originales de «Frankenstein».

Mientras tanto, la gente del pueblo se prepara para un motín contra Frederick por haber continuado los trabajos de su abuelo. Este motín está alentado en parte por el inspector jefe Hans Wilhelm Frederick Kemp, que tiene un acento tan cerrado que ni sus propios paisanos pueden entenderle y además posee un brazo de madera articulado y extremadamente chirriante resultado de su anterior enfrentamiento al monstruo. Tan pronto como la turba se acerca al castillo de Frankenstein, éste decide transferir algo de su intelecto al monstruo. Debido a esto, se vuelve capaz de razonar y consigue aplacar a la multitud.

La película acaba felizmente con Elizabeth casándose con el (ex) monstruo e Inga encantada de descubrir que su nuevo marido Frederick también intercambió ciertas interesantes cualidades con el monstruo. Aparentemente ambos poseen las mismas «cualidades».

Especial mención para los decorados

Mel Brooks se encontraba preparando el rodaje de la película cuando descubrió que Ken Strickfaden, que hizo la maquinaria eléctrica de las secuencias de laboratorio de la película Frankenstein original, seguía viviendo en Los Ángeles. Mel Brooks lo visitó y se llevó una gran sorpresa cuando supo que aún conservaba todo el material de la película en su garaje. Mel Brooks le alquiló todo el equipo, y añadió a Ken Strickfaden a los créditos de El jovencito Frankenstein, cosa que no ocurrió en la película original.

Sólo una pelea, pero acabó bien

Gene Wilder y Mel Brooks solo tuvieron una pelea durante la producción de la película, pero fue una pelea épica que acabó con Mel Brooks saliendo del apartamento de Gene Wilder, donde habían estado trabajando en el guion, gritando con furia. Unos diez minutos más tarde, sonó el teléfono del apartamento y fue Mel Brooks, que dijo: “¿Quién era ese loco que tenías en tu casa? Podía escuchar los gritos desde aquí. Nunca debes dejar entrar gente loca en tu casa. ¿No lo sabes? Podrían ser peligrosos.” Esa era la manera de disculparse de Mel Brooks.

Una escena irrepetible

Los que han visto esta película y disfrutan de ella tanto como yo, saben que una de las mejores escenas es la del ermitaño ciego, interpretado por Gene Hackman. En ella, Frankenstein llega a casa de un hombre ciego en la noche, y éste le invita a pasar y le ofrece un trago y también un cigarro. La escena es de un alto contenido humorístico, desternillante. Gene Hackman disfrutó mucho de su interpretación y hasta improvisó el final de su escena, en la que Frankenstein huye despavorido de su casa. Entonces, Gene Hackman (el ermitaño ciego) se acerca a la puerta y le dice a la criatura que ya se ha marchado: “Iba a hacer un espresso”. Esta improvisación causó un estallido de risas en el plató. En las próximas tomas, Gene Hackman fue incapaz de repetir la escena completa sin reirse con el resto del equipo, por lo que tuvo que utilizarse la primera toma y Gene Hackman -quizá por castigo- no apareció en los créditos cuando se estrenó originalmente en el cine; aunque en ediciones futuras fue añadido. Aquí se puede ver en su versión original:

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